Hija de papá español y mamá criolla, María de Jesús tuvo visiones de la virgen desde temprana edad, y al crecer, se unió al Convento de la Inmaculada Concepción en la Ciudad de Puebla. Al fallecer, la devoción hacia ella inicia en el ámbito conventual, se le atribuyen cualidades milagrosas de curar enfermedades que afectan a las monjas y sirvientas del convento. Para la segunda mitad del siglo XVII, la devoción se extiende gracias al grupo de amigos y conocidos de las religiosas, ya para el siglo XVIII, está se extiende al ámbito urbano de la ciudad de Puebla, y los familiares de María de Jesús buscaron la beatificación. De esta forma, la monja se hizo uno de los modelos referenciales en torno a los cuales se estaba gestando el sentimiento de pertenencia e identidad de los criollos poblanos. Ponencia impartida el 30 de agosto de 2012 en el marco del Coloquio “Visiones, apariciones y manifestaciones sobrenaturales en el imaginario iberoamericano”.