El diablo representaba un recurso de control, su figura era fundamental para someter y que se aceptara el constructo cristiano, la ideología impuesta penetró, sin embargo, en muchos cristianos implicó un desequilibrio en sus creencias y en la forma de enfrentar el mundo. Ana Enríquez llegó de Portugal al puerto de Veracruz en 1621, y fue victima de lo anterior, asimiló la existencia del diablo en su cosmovisión, lo que representó traicionar su fe mosaica, y, por otro lado, ser pecadora ante Cristo y la Virgen por pactar con él, la confusión y mescolanza de conceptos rompió con ambos constructos, el judío y el cristiano, provocando en ella la locura. Ponencia impartida el 30 de agosto de 2012 en el marco del Coloquio “Visiones, apariciones y manifestaciones sobrenaturales en el imaginario iberoamericano”.