La educación femenina ha sido motivo de preocupación constante de filósofos, pedagogos y, en general, de pensadores de todos los tiempos. La razón de esto es, como ya lo apuntaba Platón, las mujeres constituyen la mitad del Estado y, por lo tanto, un Estado sin ellas sería sólo la mitad de lo que habría de ser. De ahí, entonces, una obra como ésta, que, en su sentido más amplio, parte de tal proposición y se centra en la importancia que tuvo la educación femenina en la época colonial y en los objetivos que se propuso, los cuales no soslayaron la necesidad de enseñanza de las mujeres de todas las razas. Los dos volúmenes de esta obra dan cuenta de la acción educativa iniciada por los frailes evangelizadores, y de los obispos, apoyados por numerosos terratenientes, encomenderos y rentistas –hombres y mujeres–, volcaron sus arcas para construir y sostener los grandes colegios femeninos de la Nueva España. El amplio relato nos lleva desde las primeras maestras del siglo XVI –seglares todas– que se atrevieron a cruzar el océano para enseñar a las niñas, hasta las monjas maestras de profesión que aparecen en el siglo XVIII.